





Capitulo 2º La salida de casa
Las tres ranitas cogieron sus pequeños equipajes y junto con su amigo espinoso, se lanzaron a la aventura o mejor dicho, se lanzaron en busca de la supervivencia.Las tres hermanas dando pequeños saltitos, seguían a espinoso, que con su lento caminar, iba abriendo camino.Cuando llevaban un par de horas caminando (bajo aquel viejo manto negro, con tantas estrellitas colgadas y aquella hermosa luna, que con su fuerte resplandor, les iluminaba el seco camino), se toparon con un gato montes, que intentó comerse a Marga, que iba un poco más avanzada que sus hermanas. Esta al ver las zarpas del gato, dio un salto y muy asustada y temblorosa, se posó cerca de espinoso.Las dos hermanas al ver el peligro y asustarse tanto como Marga, hicieron lo mismo que esta y buscaron la protección de espinoso. Este: que había puesto su cuerpo entre el gato y las ranitas, entró en un estado de defensa, erigiendo sus puntiagudas espinas. El gato después de bufar un poco, le dio un fuerte zarpazo a espinoso, dando a continuación un fuerte gruñido de dolor. Espinoso había conseguido clavarle un par de espinas en la zarpa derecha y este cojeando, se marchaba de allí.—Gracias espinoso, si no hubiera sido por ti, aquí se habría terminado el viaje para mi— le decía Marga, que aun tenía el susto metido en el cuerpo —.—No os alejéis mucho de mí, ya os he dicho, que el bosque está lleno de peligros – les decía espinoso, dándole una pequeña reprimenda —.Las tres hermanas, mas pegadas a espinoso de lo que lo habían hecho hasta entonces, continuaban el sufrido camino.—Está llegando el día, tendremos que buscar un sitio que este húmedo y fresco – decía Marga, con aquella suave voz —.Espinoso empezó a levantar el hocico.—Que haces espinoso, que respiras tan raro – le preguntó Anita —.—Estoy intentando buscar agua, cuando se haga de día, si no encontramos agua, tendréis que enterraros en la zona más fresca que encontremos.—Me parece que tendremos suerte, estoy oliendo agua y casi nunca fallo en mis predicciones.Espinoso no se equivocaba: se trataba de un abrevadero de toros bravos.
El sol estaba saliendo y sus brillantes rayos iluminaban la amarilla dehesa, a la cual la falta de agua, le había abierto grandes grietas, a su sufrida tierra.Las tres hermanas y espinoso, cuando llegaron al abrevadero se metieron bajo un puente que tenía los pilones y se echaron a descansar. Sobre las doce del mediodía, se fueron acercando los toros bravos para beber y con el ruido que estaban haciendo, no tardaron en despertarlos.— ¿Que animales más grandes, me gustaría ser su amiga?— dijo Anita, que los miraba con ojos asustadizos —.—Yo tampoco los había visto antes y es verdad Anita, que grandes son – decía Marga —.—Ellos no tendrán problemas, por que nadie se meterá nunca con ellos, no como nosotras, que al ser tan pequeñas, todos nos atacan. Mira el gato de anoche, un poco más y no lo contamos – decía Violeta, que también estaba asustada —.—Yo que me muevo por más sitios que vosotras, tampoco los había visto nunca – decía espinoso, que estaba con las espinas preparadas, por sí acaso —.—Yo creo que no nos tenemos que preocupar, si os dais cuentas, vienen comiendo hierbas, por lo tanto deben ser herbívoros – dijo Marga, que aunque se había asustado mucho con el gato montes, era la menos asustada de las tres hermanas —.— Es verdad hermanita, están comiendo hierbas —. Dijeron las dos a la vez —. —Por lo que veo, puedo bajar la guardia, no creo que tengamos problemas con ellos – dijo espinoso y sacó un poco la cabeza de debajo del pilón, para hablar con ellos —.Dos enormes toros, que bebían junto a ellos, al verlo dieron un respingo y se apartaron asustados. El resto de la manada, que al ver a sus compañeros correr, hicieron lo mismo y con caras asustadizas dirigían sus miradas hacía donde miraban los dos primeros, que era donde estaban ellos.—No asustaros, que queremos ser amigos vuestros – les dijo espinoso, a los dos primeros toros que habían salido corriendo, estos al oírlo (un poco recelosos), se fueron acercando a ellos y lo mismo hizo el resto de la manada.—Queremos ser vuestros amigos – les dijo Marga, con suave voz —.—A vosotras no os había visto, pensaba que solo estaba el de los pelos tiesos — Dijo uno de los toros, al oírla —.Somos tres hermanas – le contestó Marga—.Anita y Violeta que aun seguían asustadas, al oír a Marga, hicieron acto de presencia.— ¿Y que hacéis por aquí, por que ustedes no sois de este campo? — Le dijo el otro toro —.—Estamos buscando la gran charca – le dijo espinoso—.—La gran charca y eso que es – le contestó el primer toro, que les habló —.—No lo sabes.— No, yo nunca he salido de este campo y los compañeros que lo han hecho, nunca han vuelto para contarnos cosas de fuera.—Es donde hay mucha agua, hay tanta que nunca se acaba.—Y la han visto ustedes.—No, no lo han dicho unas palomas amigas.—Si que tenéis amigos y además de diferentes especies.—Hay que llevarse bien con todos, amigo toro.—A mí me gustaría llevarme bien con todos, pero no sé si es por que somos muy grandes y nos tienen miedo, por que nadie que no sea de nuestra especie, quiere ser amigo nuestro.—Pues eso se ha terminado, a partir de hoy, nosotros seremos amigos vuestros. —Que guay, tener amigos de otros sitios y de otras especies— ¿Cómo te llamas?—Empinado y este es templado, mi único amigo, siempre estamos juntos los dos.—Que nombres más bonitos tenéis – le dijo Anita —.—Y ustedes como os llamáis – le preguntó empinado—.—Yo soy Anita.—Yo Violeta.—Yo Marga.—y yo espinoso.—Ustedes si que tenéis unos nombres bonitos y además puesto por vuestros padres, no como a nosotros, que nos los ponen los humanos— le decía empinado, con mucho sentimiento —.—Como ahora somos amigos, si queréis, os podemos llevar hasta donde están esos palos que no nos dejan pasar – le dijo templado, también con mucho sentimiento —.—Muchas gracias, por ofrecernos vuestra ayuda – le dijo espinoso.—Para eso son los amigos, para ayudarse – le contestó empinado, con lentas palabras —.—Pero tiene que ser de noche, a nosotras si nos da el sol, nos morimos.—Por eso no os preocupéis, esta noche vendremos los dos – le dijo empinado —.El sol en el horizonte se acababa de marchar y cuando la noche iba llegando, empinado llegaba al abrevadero solo y muy triste.— ¿Hola empinado, donde está tu amigo?—Se lo han llevado esta tarde los humanos, el no quería irse, pero esos humanos son muy violentos y si no haces lo que ellos dicen, te pinchan con una barra larga que llevan y que hace mucho daño – les decía empinado, lleno de sentimiento y tristeza —.—Venga subir, que os llevaré hasta donde os dije esta mañana.— ¿Y como nos subimos, con lo grandote que eres?—Perdonar, a veces me olvido de eso —os acercaré el cuerno y a través del podréis subir.—Gracias empinado – les decían los cuatro, mientras se iban subiendo, en aquel corpulento lomo —.Las tres ranitas y espinoso estaban muy contentas, por que el ir con empinado, les haría llegar un par de días antes, a la deseada charca.—Esto que estás haciendo por nosotros, te lo agradeceremos siempre – le dijo espinoso—.— Es un placer ayudar a mis amigos y siempre que paséis por aquí, no dudéis en saludarme.—Ya creo que te saludaremos, eres un gran amigo empinado, un amigo autentico, de los que por desgracia hay pocos.—Gracias por decirme eso pelos tiesos, me has hecho muy feliz con tus palabras – le contestaba empinado, con palabras lentas y llenas de sentimientos —.—Hasta aquí puedo llegar – les dijo empinado, cuando llegó a las maderas de la cerca —.Las tres ranitas y espinoso se bajaron y llenos de sentimientos, se despidieron.Las tres ranitas y espinoso, después de tan afectiva despedida, emprendieron el camino a pies.—Que gran amigo hemos dejado atrás.— Si Anita, de los auténticos, de los que siempre se puede contar con ellos.—Es muy noble – Ya creo que es noble Marga —.—Espinoso: ¿quedará mucho?—No sé Violeta, pero con lo que hemos adelantado con empinado, quedará la mitad, más o menos.— ¿Que es ese ruido? – Dijo espinoso—.Las tres ranitas, al oír aquello y sin pensárselo un segundo, se pegaron a espinoso como tres lapas. Segundos más tarde, el hocico de una gineta que merodeaba buscando comida, hacía acto de presencia junto al hocico de espinoso. Este al percibir el peligro tan cercano, emergió las temibles espinas y la gineta que ya habría tenido antes algún encontronazo con algún erizo, sabría el dolor que producían las espinas, por que solo lo olió y se marcho

— ¿Tendremos que buscar un sitio húmedo, para pasar el día? Si, que ya viene clareando – dijo Violeta, con preocupación —.— Estoy oliendo agua – dijo espinoso, moviendo el hocico —.— Cada día lo pienso más, si llegamos a la gran charca, será gracias a ti — dijo Marga —.El agua que espinoso olía, era la del pozo de una granja, que estaba a unos doscientos metros de ellos.Espinoso y las tres ranitas, aceleraban el paso, para que antes que empezara a calentar el sol, estuvieran en un sitio húmedo y seguro.Cuando estaban llegando a la granja, un gato negro se cruzo en su camino. —Adonde van ustedes— les dijo con voz ceca—.—Ostra señor gato, vaya susto, que nos has dado. —Soy el vigilante de la noche y el encargado, de que

no entren en la finca,animales que afecten a la economía de la granja, por ejemplo


—Si queréis, pueden venir a nuestro gallinero, tenemos mucho agua y estaréis mejor que aquí— le decía estirado, que era como se llamaba el fornido gallo —.—Es que hace mucho calor – le decía Violeta —.—Por eso no os preocupéis, se suben encima de mí y en un santiamén, estáis en nuestra pila – les decía el gallo —.Las ranitas lo estuvieron consultando entre ellas y junto con espinoso que estaba de acuerdo, aceptaron ir al gallinero.Estirado se agacho y las tres hermanas, dando pequeños saltos, se subieron en el lomo de estirado. Agarrase bien, que en unos segundos estamos en la pila – le decía estirado y salía corriendo hacía el gallinero —.—Espinoso: con su lento caminar, seguía a estirado —.La pila era bastante grande y estaba repleta de agua. Las tres ranitas se dieron un buen baño y esperaron a que llegara su amigo espinoso.Cuando este llegó, estirado les fue presentando a su harén.—Estas son mis polluelas, pronto serán tan buenas ponedoras, como estas hermosas gallinas, que nos rodean. Esta es pulida, una de mis preferidas, pero no os quiero hablar de mis preferidas, son muchas y os cansaría. Os hablaré de mi trabajo (bueno lo que yo hago), que consiste en tener contentas a mis gallinas, ustedes ya me entienden y que pongan muchos huevos, así el dueño no se queja y todos contentos, por que habiendo producción, no nos faltará nunca la comida.—Tiene usted un buen trabajo señor estirado – le decía espinoso —.—No me puedo quejar pelos tiesos, no me puedo quejar. Bueno: veo que estáis cansados, os dejaremos que descanséis – le dijo estirado y se marcho hacía la otra punta del gallinero —.Había llegado la noche y el silencio se había apoderado del gallinero.—Ahora con la fresca de la noche, podemos visitar a nuestros vecinos.—Pero estarán todos durmiendo.— es verdad Anita.—Menos el gato – dijo Marga, que hablaba con espinoso —.Sombrío estaba dando la vuelta y se paró en el gallinero, para hablar con los nuevos vecinos.— Buenas noches.—Buenas noches señor gato – le contestaron los cuatro —.—He sabido de la asamblea y también que habéis sido aceptados en la granja, por mayoría absoluta.—Si señor gato, les estamos muy agradecidos a todos los miembros de esta gran comunidad.—Esto se está poniendo muy mal y pronto no cabremos en la granja.—Claro, como aquí todo el que viene es aceptado, así nos van las cosas. —Perdone pero…—no se preocupen, ustedes no tienen la culpa, buenas noches, me tengo que marchar —.—Buenas noches – le volvieron a contestar los cuatro —.—Es verdad, que es serio el gato. �—Ya lo creo espinoso – le contestó Violeta —.—Vamos visitar a las ovejas – dijo Anita—.—Si, vamos – dijo Marga —.—Esperar, que iremos los cuatro – dijo espinoso, que hablaba con violeta —.El corral de las ovejas estaba junto al de las gallinas y solo tuvieron que ir a donde estaba su pilón del agua.Las ovejas estaban echadas sobre una seca alfombra de paja y en una esquina de la misma, estaban las cabras, que compartían el mismo corral. El carnero dominante, que igual que las ovejas, rumiaba tranquilamente la comida, al sentirlos llega, se levantó y fue hacía el pilón del agua.—Buenas noches, que les trae por aquí.—Buenas noches señor carnero— dijo espinoso —.—Queremos conocer a los vecinos – le contestó Violeta —.—Ahora mis hembras están durmiendo, si os puedo ayudar yo en algo— le dijo el carnero —.—Queríamos saber, que tipo de trabajo hacéis en la granja – le preguntó Anita—.—Ves lo pelado que estoy.— No me había dado cuentas – le contestó Anita —. �—Cada año cuando llega el verano, nos pelan y además de la leche que dan mis hembras, suministramos lana.—Buenas noches – dijo el macho cabrio, que había sentido hablar y se acercó al pilón —.—Buenas noches, contestaron los cinco que habían—.—Nos está contando el señor carnero, en que consiste su aportación a la granja. ¿Nos podría decir usted, en que consiste el vuestro?—Lo nuestro es solo leche, pero como puedes comprobar, una de mis chicas, tiene mas leche que cuatro de las suyas.—No te pases madero, que no es tanta.—Como siempre me vienes diciendo, que nosotros no aportamos lana, te tengo que decir que lana no, pero aportamos mucha mas leche por cabeza que ustedes.—Buenas noches— dijo una oveja, que con el ruido – se había despertado —. Buenas noches – le contestaron los seis —.—Que hacen ustedes por aquí.—Estamos dando una vuelta, para conocer a los vecinos.—Muy bien, es bonito conocerse, así siempre nos podremos ayudar entre nosotros.— Estamos muy contentos con todos ustedes. Intentamos llevarnos bien con todos y con ustedes que acabáis de llegar lo mismo.— Muchas gracias señora oveja.—Me podéis llamar margarita—. Gracias – le contestaron los cuatro —.Buenas noches – dijo una cabra, que también se había despertado —.Buenas noches— le contestaron los siete a la vez —.—De que va el rollo colegas, que no nos dejáis dormí —.—Queremos conocer a todos los vecinos.—Pues lo podíais hacer de día— Es que de día, nosotras no podemos por el calor – le contestó marga —.—No seas así tocada – le dijo el macho cabrio, reprimiéndola —.—Lo siento madero, pero cuando no duermo, me atacan los nervios y me pongo así de impenitente —.—Ya nos vamos ¿iremos a ver a las vecinas vacas?—Lo siento amigos, son los nervios.—No se preocupe tocada, a mí a veces, me sucede lo mismo – le dijo Violeta —.Las vacas rumiaban tranquilamente en su cuadra, cuando llegaron las tres ranitas y espinoso.—Buenas noches – dijeron los cuatro a la vez —.—Buenas noches, vosotros sois los nuevos vecinos verdad – le preguntó tetosa, que era la que tenía la ubre más grandes de todas las vacas de la granja —. — ¿Que hacéis a estas horas de la noche? – le preguntó otra de las vacas, que al oír hablar se despertó —.—Estamos dando una vuelta por la granja, para conocer a los vecinos – le contestó espinoso —.— ¿Vienen de muy lejos? – le pregunto tetosa, con voz amable —.—Si, de muy lejos, la charca donde vivíamos se estaba secando y tuvimos que marcharnos – le contestó Violeta con voz apenada —.—No estés triste pequeña, aquí podéis vivir muy bien.—A todos los vecinos les estamos preguntando, en que consiste su aportación a la comunidad – le preguntó espinoso, intentando darle un aire más amable a la conversación —.—Nosotras aportamos leche para los humanos y les damos tanta, que no las tienen que sacar con unos raros artilugios —antiguamente, me contaba mi abuela, que los humanos las ordeñaban y decía ella, que entonces era muy divertido, no como ahora —algunas veces contaba ella, que mientras las ordeñaban, les daba un pequeño golpe y los tiraba al suelo— ¿Que divertido tenía que ser aquello, verdad señor pelos tiesos? – decía tetosa, que estaba muy alegre contando aquello —.—Si, eso de ver a los humanos por el suelo, tenía que ser muy divertido – le decía espinoso —.—Amigas vacas, nos vamos y muchas gracias por todo – decía Anita —.—No hay de que pequeñas, aquí siempre seréis bien recibidas.—Seguiremos dando la vuelta – le dijo espinoso y se marcharon —.—Espinoso: que té pasa – le preguntó Marga —.—Estos vecinos que hay aquí, huelen muy mal – dijo espinoso, que no dejaba de oler —.— ¿Quienes son?— le preguntó Violeta —.—No sé, ahora lo sabremos – contesto espinoso—.Entraron en la zahúrda y vieron que los vecinos que allí había, eran cerdos.—Buenas noches – dijo espinoso —.—Buenas noches – le contesto chata, que era como se llamaba una joven cerda, que acababa de parir a doce hambrientos lechones –.—Chata estaba tumbada y sus doce lechones dormían placidamente junto a ella. Esta con trabajo y mucho cuidado de no pisar a ningún hijo, se incorporó, para hablar con la visita.—Estamos dando una vuelta por la granja, para conocer a los vecinos.—Muy bien, yo soy chata y estos son mis lechones.— ¿Cuantos hijos?— dijo con asombro Violeta —.—Nosotras solemos tener muchos hijos.— ¿En que consiste vuestra aportación, a la granja?— En criar lechones, contri más mejor.—Como en criar lechones – le dijo espinoso—.—En criar como te estoy diciendo y cuando se hacen grandes, los humanos se los llevan. Luego nos quedamos de nuevo embarazadas, parimos, los criamos y cuando se hacen grandes, lo de siempre— decía chata, con tristeza e impotencia —.Bueno nos marchamos, que ya falta poco para que se haga de día y nosotros, tenemos que estar en sitio húmedo.—Podéis quedaros aquí, esto está muy húmedo y el agua nunca falta.— Es que tenemos ya sitio.—Como ustedes quieran.—Gracias por eso.—De nada.
—Que ¿como va la vuelta?— les dijo sombrío, que llegaba, cuando salían de la zahúrda —.—Muy bien, ya nos marchamos, pronto se hará de día y nosotras no podemos estar mucho rato al sol – dijo Anita —.—No me querrán dar una alegría esta noche— dijo sombrío —.—Por que lo dices – le preguntó espinoso —.—Como dicen que se marchan.—Sí, pero al gallinero.—Ya me parecía a mí, que se fuerais de la granja, como se vive bien y además sin dar golpe como vosotros, quien se va querer ir aquí.Espinoso al escuchar aquello, emergió las púas y se fue para sombrío.�—Me tengo que marchar, que le tengo que dar el relevo a ese patán de burlo – dijo sombrío, aligerando el paso, al ver a espinoso acercarse —.— No se lleva usted bien con burlo – dijo espinoso, para entretenerlo y clavarles una púas —.—Como el perro y el gato, como el perro y el gato – le contestó sombrío a espinoso, alejándose casi corriendo —.—Si le pillo un poco más cerca, le clavo alguna púa a ese desgraciado – dijo espinoso muy enfadado —.Cuando estaban llegando al gallinero, estirado que ya estaba despierto, les dio los buenos días y se puso a cantar.—Ya casi conocemos a todos los vecinos— dijo Violeta —.—Si y son todos muy amables – dijo Anita —.—Menos el gato ese – dijo Marga —.—Aun quedan unos pocos, mañana los iremos a visitar – decía espinoso —.— ¿Cómo están los nuevos vecinos? – preguntaba burlo, que se había incorporado a su trabajo y pasaba por allí —.—Muy bien señor burlo, hemos conocido las gallinas, las cabras, las ovejas, las vacas y a los cerdos —Dijo Anita, con entusiasmo —.—Caramba, si que habéis aprovechado la noche.— Estamos muy contentas — Dijo Violeta—.— ¿Y no habéis tenido problemas con sombrío, con lo que habéis andado?—. —Ese gato es un indeseable – dijo espinoso, con desprecio —.—Que os ha pasado, con ese aburrido —.—Que parece que le estemos quitando algo.—Si, eso de que parece que le quiten algo, es muy suyo, pero no le hagáis caso, que esta loco — Bueno, me voy a dar una vuelta— dijo burlo y se marchó —. Caramba con sombrío, está más loco de lo que yo me imaginaba—se iba diciendo burlo, para sus adentros—.A la noche siguiente: las tres ranitas y espinoso salieron para conocer al resto de vecinos.—Buenas noches – dijo espinoso —.— Buenas noches— le contestó una de las mulas, que estaba despierta —. Habían llegado a la cuadra, donde había dos mulas, una burra y un caballo.La mula que le había contestado tenia una oreja doblada para abajo, era muy grande y le llamaban oreja cortada, a la otra le llamaban la mulilla, por que era más joven y un poco más pequeña.— ¿Que os trae por aquí?— les preguntó oreja cortada —.—Estamos recorriendo la granja, para conoceros a todos y a lo que se dedica cada miembro de la comunidad – le contestó espinoso —.—Eso está muy bien por vuestra parte, hay que conocerse, que eso ayuda a convivir – le dijo oreja cortada, con convencimiento —.—Sobre la pregunta, de que a que nos dedicamos, os diré que nosotras somos las que hacemos el trabajo más duro de la granja, tenemos que labrar la tierra y para poder hacer eso, nos ponen un yugo que molesta mucho y además nos hace fuertes rozaduras – decía oreja cortada —.—Y cuando hay que llevar el carro cargado, lo tenemos que hacer nosotras también – dijo la mulilla, que se había despertado —.—Buenas noches.—Pensaba que estaba durmiendo —Le dijo espinoso —.—Estaba, pero me habéis despertado – le contestó un poco molesta, por que aun estaba cansada, del fuerte esfuerzo, del día anterior—.—Buenas noches – dijo el caballo, que también se había despertado —.—Buenas noches – le contestó espinoso —.— ¿Que hacéis por aquí?— preguntó arabesco, que era como se llamaba el caballo —.—Estamos conociendo a los vecinos y a lo que se dedica cada uno — Le dijo espinoso —.—Yo soy el que lleva al dueño a casi todos lados, mi trabajo consiste en eso, en llevarlo encima de mi lomo a todas partes.—Menos cuando hay que llevar peso, entonces lo tengo que hacer yo – dijo ganapán, que era como se llamaba el burro, que acababa de despertarse —.—Buenos días— dijo espinoso —.— Buenos días – le contesto ganapán—.—Estamos conociendo a los vecinos y preguntando a que se dedican.—Usted ya no los ha dicho, por lo tanto no le pregunto — Dijo espinoso—.—Si mi trabajo consiste en eso, en llevar pequeñas cargas y cuando son grandes, las llevan los amigos mulos—.—Nos tenemos que marchar – les dijo espinoso y se marcharon —.—Ya conocemos a todos los vecinos y lo que hace cada uno – decía Anita —. —Todos tienen ocupación – dijo Marga —.—Es verdad, todos colaboran en que la granja funcione – decía violeta—. —Hombre, si son mis amigos los cucos – dijo sombrío, que acababa de llegar —. Espinoso se lo quedó mirando y después de haberlo mirado fijamente unos segundos, les dijo a las ranitas que siguieran andando. Este emergió las púas y se lanzo sobre sombrío, clavándole varias púas, este dio un grito de dolor y se marcho corriendo.Burlo dormía cerca y al oír a sombrío, se acercó por si hacía falta su ayuda. Al llegar, se encontró con espinoso y las tres ranitas, que caminaban hacia el gallinero.— ¿Que ha pasado, que he sentido a sombrío, quejarse de dolor?— preguntaba burlo —.—Que ha llegado tocando las narices y se ha llevado su merecido – dijo espinoso, con rabia —.—Señor burlo ¿usted nos podría hacer un favor?— dijo Anita—.—Depende de lo que sea, claro que les puedo hacer un favor.—Llevarnos a la gran charca.— Eso está muy lejos – preguntó burlo —.—Por los cálculos que hemos hecho, usted nos llevaría en un par de horas.—Si son un par de horas, si ¿Y cuando tendría que hacerlo?—Cuando a usted le vaya bien.—Esta noche no puedo, tengo que madrugar.— ¿Y por que os queréis marchar, es que no estáis a gusto aquí?—Si que estamos a gusto, ya lo creo que estamos, pero nos gustaría conocer esa gran charca, de la que tanto nos han hablado —.—Tener cuidado, que no es oro, todo lo que reluce – les dijo burlo y se marchó —.Cuando se marchó burlo, Anita les propuso a sus hermanas marcharse lo antes posible.— que os parece si nos marchamos en busca de la gran charca, aquí ese gato no nos dejará vivir y al final tendremos que irnos— dijo Anita—.—Por mí, ahora mismo nos vamos— dijo Marga —. No será mejor esperar a burlo, él nos ha dicho que nos llevaría – dijo violeta –.—Creo que tiene razón Anita, ese gato nos amargará la existencia y al final nos tendremos que marchar —. Dijo espinoso —.¿Entonces que hacemos? – pregunto Anita —.—Nos marchamos, — dijo espinoso —.Siguiendo a la estrella grande, cogieron de nuevo el camino.Llevaban algo más de una hora caminando, cuando espinoso se paró de golpe. —Que pasa — dijo Anita, que iba junto a él —.—He sentido un ruido que no me gusta, debemos estar alerta – dijo espinoso, emergiendo las espinas —.No se había equivocado, el ruido que había sentido, lo hacía un hurón. Este llegó husmeando y se topo con el hocico de espinoso. Las tres ranitas, que a la advertencia de espinoso, se habían posicionado junto a el, al ver al movedizo hurón, empezaron a temblar de miedo. El hurón atacó a espinoso y después de una encarnizada pelea, se marchó con varias espinas clavadas en su cuerpo. Espinoso también había salido mal parado de la pelea (como siempre suele pasar en las peleas) y sangraba por el hocico y por una de las patas traseras.
Cojeando y mal herido, espinoso con sus tres amigas, emprendieron de nuevo el peligroso camino. Tenemos que encontrar un sitio húmedo, pronto amanecerá y con los días de calor que están haciendo, no lo soportaríamos– decía Violeta, que al no haber estado de acuerdo en salir de la granja, de alguna manera estaba reprimiendo a sus hermanas y a espinoso —.—Debo tener mi olfato dañado, por que no huelo nada— decía espinoso, con tristeza —.Después de dos horas caminando y cuando pensaban que no lo conseguirían, se toparon con una charca muy grande, pero que igual que la que ellos habían dejado, se estaba secando.—Por los cálculos que hemos hecho, debe ser está la charca, pero no tiene agua, está casi seca – dijo Anita, con tristeza —.—Me parece a mí, que la charca que nunca se seca y de la que tanto nos han hablado nuestros amigos, no existe – dijo Marga, también con tristeza —.— ¿Y que hacemos ?– dijo Violeta, con tristeza igual que sus hermanas —.—No sé, no esperaba esto.—Que os parece, si nos quedamos a pasar el día y la noche que viene nos volvemos a la granja – dijo espinoso, con aspecto cansado —.Las tres ranitas estuvieron de acuerdo y buscaron un sitio para descansar.Sobre la una del medio día, una culebra los había detectado y se iba acercando silenciosamente a ellos. Espinoso, que al estar herido y el dolor no lo dejaba dormir, se dio cuentas del peligro. Este llamó a las ranitas y estas se pusieron detrás de él. La culebra empezó a preparar el ataque y se fue levantando, quedando su cuerpo casi vertical. Está con rápidos movimientos de cabeza, lanzaba violentos ataques sobre ellos. Espinoso estaba cansado y mal herido y la serpiente con sus rápidos movimientos, le iba ganando la pelea. Este sabía que si era vencido por la serpiente, sus tres amigas serían devoradas y eso era lo que le mantenía luchando casi sin fuerzas.Cuando más desesperados estaban, llegó burlo, que al no verlos en el gallinero, decidió salir en busca de ellos. La serpiente al ver a burlo, se fue como había venido, silenciosamente.—Gracias burlo, si no hubieras venido, no sé que nos hubiera pasado – dijo espinoso, con voz de agradecimiento —.— Estoy muy enfadado con vosotros, os dije que os traería – le dijo burlo, reprimiéndolos —.—Ya lo sé burlo, pero era tanta las ganas de conocer la gran charca, que cuando tuvimos el percance con sombrío, decidimos emprender el camino – dijo Anita, con voz de culpable —.—Volver a la granja, allí siempre hay comida – dijo burlo —.—Es que ese sombrío, no nos deja vivir.—No le hagáis caso, la granja no es suya.—Ya, pero como todos tenéis trabajo y nosotros no, parece que queramos vivir del cuento.— Eso solo lo puede pensar ese sombrío, el resto de la comunidad no piensa de esa manera.Después de hablar un rato, optaron por volver a la granja.Los cuatro se subieron encima de burlo y emprendieron el camino de regreso a la granja. Cuando iban llegando, percibieron que algo no iba bien, había mucho alboroto y el dueño con escopeta en la mano, salía con dos ayudantes, tras los ladrones de gallinas.—Que ha pasado— le preguntó burlo a madero —.— Se han llevado una cuantas gallinas y no han sido todas, por que el dueño se levantó al sentir el ruido.— ¿Y como no ha avisado sombrío?—El dueño acaba de lanzarle un par de tiros y le ha dicho que no quiere verle, que no sirve para nada.—Decíais que no teníais trabajo, pues ya lo tenéis, podéis ser los vigilantes de la noche.—Pero está sombrío.—Estaba, estaba – dijo burlo, con sentimiento y algo de alegría —.Espinoso y las ranitas, estuvieron mucho tiempo viviendo en la granja y contribuyendo con su trabajo, al buen desarrollo de la misma.
Anita optimistaVioleta pesimistaMarga ingeniosa
Autor: Guillermo Jiménez

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